sábado, 16 de abril de 2011

(4) El mensaje PARTE I

Eran las 2:07 de la madrugada. No sé cuál es el misterio pero hay personas  como yo que tenemos el sueño profundo, tanto es así que, es difícil que algo nos haga despertar. Encima suele decirse de nosotros que somos roncadores natos de los que duermen y no dejan dormir.

Cada noche recibo varios codacitos, codazos y empujones porque en mi estado de inconsciencia, no controlo en qué posición acaba descansando mi cuerpo y “al parecer”,  yo soy de los que ronco boca arriba, doy patadas boca abajo, respiro fuerte de lado y si caigo en  dirección a mi mujer, debo si o si dormir mirando “contraesposa”.
Con todo esto pues he de reconocer que es posible que genere un ligero ronquidito de vez en cuando.  Lo de las pataditas pues que le voy a hacer, llevo el Levante metido hasta la médula y no puedo evitar sentirme aunque sea en sueños el "Caicedo" de mi casa, eso sí, no grito gooooool ni lanzo improperios, o hasta el momento mi mujer no me acusa de ello (todo llegará)

Y os cuento eso porque cada vez que alguno de nuestros tres polluelos se despierta pues comienza el mecanismo de actuación frente a emergencias nocturnas

-          Niño: ¡¡¡Agua!!!!
-          Esposa: el niño pide agua
-          Marido: no hay respuesta
-          Niño: ¡¡¡Aguaaaa!!!
-          Esposa: codacito, el niño pide agua
-          Marido: en seguida voy
-          Niño:¡¡¡ papá aguaaaaaaaaaa!!!
-          Esposa: codazo + empujón + el niñoooooo pide aguaaaaaa!!!!
-          Marido: qué, qué pasa??? Ya me giro
-          Esposa: ¡¡¡el niñooooooooooooooo!!!
-          Marido: qué niño
-          Niño: papáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Aguaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!
-          Marido: ¡¡¡¡¡¡ya voy cariño!!!!!!

Esa noche tras el descrito mecanismo, me levanté y le di el agua al niño que automáticamente se volvió a poner el “pepe” en la boca y continuó durmiendo plácidamente boca arriba y dando patadas que para eso es niño y de momento disfruta de libertad vigilada.

Aunque no me suele pasar, aquel día como que me desvelé y no había forma de retornar al sueño. Finalmente decidí coger mi ordenador y después de cotillear las vidas ajenas en esto de las redes sociales, me decidí a abrir mi correo de yahoo.

Ante mis ojos...


Casualidad o premonición.

Evidentemente uno no puede ver las cosas igual cuando tiene casi 8 años que cuando tiene 36, nuestra historia se construye día a día y va cargándose de un bagaje repletito de acontecimientos, sentimientos, proyectos, fracasos, éxitos... y tantas y tantas cosas que van conformando nuestra camino en la vida. Y por ello la mente de un niño no es comparable con la de un adulto aun cuando como yo, uno se empeñe en ser niño cada día. Hay cosas de las que uno por más que quiera no puede zafarse.

La primera vez que lo leí de mi boca salían golpes de voz, realmente aún estaba dando mis primeros pasos en la lectura. Quizá por ello su contenido no fue asimilado y comprendido hasta unos años más tarde. Recuerdo que algo que si me llamó la atención casi al instante fueron los números 1  4  77 ...con los que comenzaba aquel mensaje-tesoro.

1 comentario: